Yo no estoy hecha para la vida.
No estoy hecha para ella,
como me mandan.
No estoy hecha para ella,
si no es haciéndome a mí misma,
o más bien,
dejándome de hacer.
No sé vivirla,
como dicen, debería.
No sé vivirla
si no es contemplando y
acariciando el vacío,
la lentitud,
la quietud de la inacción
y todo aquello que me lleva a la ineficacia,
a la improductividad
y a la incompetencia
y en fin,
a todo eso que me hace
no estar hecha para la vida.
No sé entender la vida sin vivir
y solo sé vivir sin tener vida.
No estoy hecha para la vida.
No sé calcular, ni siquiera,
resolver la suma más triste
en la que dos o tres hacen un par.
No sé cocinar sin tener prisa
y romper así siempre algún cristal.
No sé leer, sin alzar la vista,
ni escribir, sin mirar a los lados
y terminar haciendo olas
de bolígrafo y lágrimas.
No sé hablar,
más que escuchando,
ni sé elegir palabras,
ni tengo nociones de diccionario.
No sé donde está Siria
y creía que la India quedaba más lejos,
a veces no sé ni los agujeros
de mi propia vagina.
No estoy hecha para la vida.
No tengo madera de capitán,
ni de luchadora
No sé gritar revolución
sin sentirme traicionera
No sé juzgar
No sé argumentar
No sé definir
No sé comparar
No sé.
No estoy hecha para la vida.
No estoy hecha para la familia,
ni para aprender a hacer la lista de la compra
No sé dar el pésame a mis amigas
ni cuidar de mis amantes,
ni siquiera de la gata
que merodea triste en su exilio justo enfrente de mi puerta.
No entiendo de empatía
ni me entristece la pobreza
No me ofuscan los engaños
y jamás fui de generosidad,
no compartía de pequeña
y no busqué nunca mejorar.
No recuerdo mi escuela
ni el más mínimo rastro de algún aprendizaje
de cómo eran las setas en primavera
o cómo Egipto momificaba faraones
no recuerdo cuantos ríos tiene España
y nunca terminé Un mundo feliz.
No estoy hecha para terminar nada
no estoy hecha para el compromiso
ni físico ni humano ni político
No sé sacarme una carrera
ni elegir un máster, ni pensar en más allá.
No estoy hecha para un despacho,
tampoco para proclamar poesía al aire libre,
no estoy hecha para tener carpetas
y facturas
y nóminas
y palabras,
para todos,
y consejos
o diplomas,
quizás ni ligas,
ni un carro,
ni hogar
quizás,
ni un salero,
ni la flor de plástico
ni una sábana
ni un zapato
igual al de al lado.
Yo no estoy hecha para la vida.
No sé esconder
y tampoco hablar.
No sé cruzar el semáforo en verde
ni dejar de crear accidentes
cuando paseo en bicicleta.
No sé dar mi palabra
ni lanzar el chicle en papeleras
No sé reciclar
Jamás he visto el telenoticias
ni he leído un periódico
ni me he interesado por saber
qué era un diputado,
el papa de Roma,
o la gripe aviar.
No estoy hecha para la vida.
No. Y no me repliquéis, por favor,
que yo tengo razón
Quizás solo en esto,
pero en esto lo sé
y nadie me pude contradecir
diciéndome
que es mentira,
que no es así,
que sé algo más que deambular
y aparecerle al mundo como fantasma.
Contradecirme,
en que tan sólo sé alzar vista
bucear en el horizonte que caza mi mirada perdida
y contemplar,
como hacía aquel filosofo
- del que no recuerdo el nombre,
por supuesto, pues como vengo diciendo
no estoy hecha para esta vida -
No tengo memoria,
y sin memoria no hay vida,
y sin memoria nadie perdona
y quién me perdonará a mi
si no sé ni recordar
ni descifrar qué me hizo daño
ni arrepentirme de mis actos
si no entiendo de ética
ni de moral
y de razón,
ay, la razón,
esa cosa siempre ajena y extraña,
de ella, mejor ni hablo.
Contemplar, como decía,
contemplar como cuando se podía hacer,
pues vivir no era esta vida
y la vida era vivir
cuando vida no requería
ni una casa ni un fajo de billetes
ni un saco de firmas ni deudas ni promesas
ni ataduras ni conjeturas
ni discursos de Mill o de Kant
ni citas célebres de algún Rey y poeta muerto
ni nociones del saber
ni de aritmética ni de costura
nada, del saber,
más allá que el saberse uno mismo
más allá que el Ser, el Estar, y…
Vida.
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elegir votar y luchar,
y argumentar,
y darse ver,
y darse a oír,
y gritar siempre,
hacia el público;
Vida.
Vida que no vivís.
vida
Números en rojo y bibliotecas
tus ojos decepcionados por mi falta de juicios
por mi desmotivación constante
por mi inherente apatía
por mi falta de excusas y pretextos
por mi animalidad mal curada
por mi poca humanidad
vida
medicamentos químicos y órdenes vacías
visitas en domingos y la dictadura constante de la responsabilidad
Vida.
Esta cosa cansada y triste
llena de prisas cestos conceptos y cotidianidad
Yo no estoy hecha para la vida