vivir
para qué vivir
para comer, de repente,
ensalada de col lombarda en la terraza
y mirar desde arriba a los vecinos
a las calles fantasma
y testigos de injusticias
albergando transeúntes confusos
que van buscando en las esquinas
algo de lo que poder comer
o algo en lo que gastar su esclavitud
vivir para qué
para puestas bonitas para cielos indecisos
y cambiantes de color
para pararte en algún rio y conectar contigo misma
para ver en el sol cegador
un instante de lucidez
y aferrarte un poco a algo
a ese algo que sabes etéreo y vacío
ese algo que no te logra sostener
vivir para qué
para un beso una caricia una risa perdida
para aquello que mañana ya no está.
vivir para qué
fiestas cervezas metanfetamina
y algún polvo repentino
que ni siquiera querías
prozac para el malestar contínuo
de la depresión que te persigue
en cada momento de luz
de paz
de amor
en cada momento que rozas la vida
y al hacerlo
te ves
más perdida todavía
más lejana a todo esto
más incoherente
y más valiente al suicidio
depresión inherente
apatía, más bien.
y para qué la vida
quién coño decidió que yo tenía que estar aquí.
yo no quiero estar viva.